El Sínodo Panamazónico es un “kairós” en la Iglesia, una manifestación de la fuerza del Espíritu que quiere guiar a la Iglesia de la región panamazónica por nuevos caminos. La Educación siempre ha jugado un rol central en la misión de la Iglesia. ¿Necesita también ella de nuevos caminos en la región amazónica? Y una vez encontrados, ¿cómo y con quiénes recorrerlos?
En Parte I abordo este tema teniendo como punto de partida una reflexión sobre la mentalidad de las poblaciones migrantes de la Amazonía y la de los pueblos aborígenes de esta región. Esto es importante porque la educación puede transformar una mentalidad, una forma de pensar y de situarse ante sí mismo, ante los demás y el ambiente natural que lo rodea. En este sentido, la Laudato Si y la propuesta de la ecología integral, ofrece a la Iglesia un horizonte de nuevos caminos en su labor educativa.
Sin embargo, esta propuesta debe superar los desafíos que presentan los centros educativos donde se forman los alumnos, algunos desafíos de carácter estructural y otros que surgen de una región con características propias de la Amazonía. En esta búsqueda por una educación más contextualizada ¿cuál sería el aporte de la Iglesia para recorrer estos nuevos caminos?
En la Parte II retomo, a partir de un proyecto educativo con Fe y Alegría en la región panamazó-nica, los desafíos concretos para una educación intercultural, bilingüe y de cuidado con el ambiente natural en los centros de educación primaria y secundaria. A partir de los resultados de esta experiencia, menciono algunas pistas que iluminan la posibilidad de una configuración de un proyecto educativo eclesial más amplio, poniendo en consideración el rol y la importancia decisiva que tiene la vida consagrada en la educación de los pueblos de la Panamazonía.
Necesitamos con urgencia en la Amazonía responder al apelo que nos hace el Papa Francisco para convertirnos en una “Iglesia en salida”, una Iglesia que sale a las fronteras geográficas, culturales y sociales, a las periferias de las ciudades, que sube a la barca y va al encuentro de aquellos rostros amazónicos e indígenas de los pueblos ribereños y originarios. Sólo a través de una educación en la ecología integral que alcance a todos, podemos tener la esperanza de lograr el “futuro sereno” que esta región merece.